Conclusiones
Y asi indefinidamente. La lista de posibles pruebas
es casi infinita; el proceso habitual es seguir probando variaciones a partir de
los
mejores resultados en los diagramas pero no es el propósito de este trabajo abarcar
tanto. Se trata de un punto de partida, una introducción en la que podamos
establecer ciertas conclusiones.
La primera conclusión es sobre la idoneidad del uso de las cenizas. Muchos ceramistas
se preguntan si de verdad merece la pena el trabajo de preparación y obtención de
las
cenizas, dicho de otra forma, si el resultado justifica el trabajo. No todas las
cenizas dan el mismo trabajo y algunas especies la cantidad de ceniza que obtenemos
es muy baja en relación al volumen quemado. Un ejemplo claro es el castaño; el
porcentaje de ceniza es muy bajo y los resultados son más bien “normales”, quemar
esta madera sólo para obtener ceniza es un poco desproporcionado y en estos casos creo
que lo mejor es disponer de una fuente ajena : hornos de leña, parrilladas, etc. En
general todas las especies leñosas tienen el problema de la baja proporción de ceniza
y
no creo que en ningún caso los resultados justifiquen la quema específica de un
tipo de leña sólo por sus cenizas, no están los bosques para muchos excesos. Si no tenemos una fuente ajena,
la estufa o
cocina de leña de la casa o taller será el recurso más común, estas cenizas han
dado en las pruebas resultados tan interesantes como cualquier otro tipo y en algunos
casos mejor. Esta fuente es incluso un problema ya que la ceniza que genera
la
estufa de un taller en el invierno nos acaba saturando.
Otra cosa bien diferente son las cenizas de especies no leñosas; en estos casos
es
muy raro una fuente ajena y casi siempre tendremos que quemar a propósito. El material
de desbrozado puede ser una solución. En las pruebas realizadas resultan mucho más
interesantes las cenizas de estas especies que de las leñosas, un buen ejemplo
es el tojo,
tiene un aprovechamiento muy alto pero si queremos sus cenizas tendremos que ser
nosotros quien hagamos todo el proceso (recoger,quemar,limpiar, etc). Ahora bien,
las cenizas no son la panacea sino que es un material más; con sus ventajas,
sus limitaciones y características propias.
Una de las razones de algunos ceramistas para rechazar el uso de las cenizas es
el
desconocimiento de su composición y la variabilidad de esta; ya he dicho al principio
de este trabajo que dado los porcentajes en los que se usa, el grado de afectación
es muy
bajo, nada grave (conozco ceramistas que han tenido más problemas con fritas
comerciales) y también hay que decir que muy pocos ceramistas se toman el trabao
de formular los barnices y que en definitiva son las pruebas y la balanza las que
marcan el rumbo. Yo mismo sólo formulo a posteriori aquellos barnices que me
interesan, y más por curiosidad científica que por efectos prácticos.
Hablando de formulación, debo decir que en el apartado de las táblas cada vez que
aparece la fórmula de Seger las cifras vienen expresadas en moles y en porcentajes,
esto es porque creo que es más "legible" un barniz si sabemos el porcentaxe de
cada componente en vez de los moles. Puede parecer un atrevimiento cuestionar uno de
los
pilares del conocimiento científico de la cerámica pero tengo comprobado que un barniz
puede ser muy diferente de otro teniendo igual número de moles de un mismo material
ya que en su cálculo la base de todo el barniz esta en función de igualar a uno
el
grupo básico y no en función de la composición general del barniz. Por ejemplo un
barniz que tenga 0,7 de K2O e 3,4 de SiO2 es muy diferente de otro que tenga 0,7 de
K2O e 1,8 de SiO2 a pesar de que los moles de K2O sean iguales. Expresando los
valores en porcentajes esto no pasa ya que daría en cada caso la presencia de un
material en relación al conjunto del barniz; un caso práctico es la composición de
las
bases K2 e K3 (mirar en las táblas), en la base K2 el valor molecular de Al2O3
es de
0,279 (8,318%) y sin embargo en la K3 para un valor molecular mayor (0,351) el valor
porcentual es menor (7,649%).